Esta fue una muestra de Iván Enquin centrada en una instalación que aludía al símbolo de la Kaaba. Fue exhibida del 23 de Marzo al 6 de Mayo de 2017 en Quimera Galería.
La curaduría de este proyecto consistió sobre todo en acompañar el proceso de la instalación en su calidad de sistema de relaciones, entender las operaciones simbólicas que se estaban ejecutando, y que a su vez representaron la culminación de un trabajo que Iván venía desarrollando con su producción de calados.
Si bien su anterior producción abordó el problema de la manipulación de la figura femenina, lo hizo mediante la contraposición de íconos culturales políticamente contrarios.
Esta misma operación se repetía en Ahonda el vacío, pero esta vez con la particularidad de tocar el ícono máximo de una cultura, el máximo exponente de lo sagrado, que marca profundamente tanto un espacio geográfico como una temporalidad, pero que sobre todo remite al minimalismo y a lo concreto, en su aspecto estético.
La instalación no solo desplazó este centro canónico sino que lo hizo con materiales descartables y efímeros. Consistió en un cubo, realizado con stretch film negro, suspendido en el espacio por cadenas, con la intención de remitir al fetiche y a prácticas parafílicas como el sadomasoquismo.
Este monumento «trasvestido» y dislocado, presentaba una impronta defensiva a la mirada que intentaba abordarlo, sin embargo era posible acceder físicamente a su interior y transitarlo era una experiencia lúdica, que daba lugar al ocio o a la aventura.
La muestra fue acompañada por una serie de actividades: una charla en la que expliqué el recorrido de este trabajo y el sistema de relaciones abordado, una performance dirigida por Augusto Zaquetti y un concierto en el interior de la instalación por Ariel Flores.
Una vez que la muestra cerró, la instalación se destruyó en menos de media hora.
Texto de exposición
» (..) Con Kaaba se activa un sistema de relaciones que se sustenta en la transposición de un símbolo: la Kaaba es el centro canónico del mundo islámico, un templo de granito negro al cual dirigen su intención. Traer su imagen, trasponerla, trasvestirla, son algunas de las operaciones que se ponen en escena, así como aludir a la conexión trascendental que distintas culturas establecen a través de lo matérico y objetual – dígase fetiche, amuleto, templo – . (… seguir leyendo)»


KAABA
SOBRE EL SÍMBOLO Y LA INSTALACIÓN

Kaaba de Iván Enquin
Al-ka’ba, ‘el dado’ o ‘el cubo’ Donde lo divino toca lo terrenal
“¿Por qué hablar acerca de todo
Rumi
lo conocido y lo desconocido?
mira también cómo lo desconocido se convierte en lo desconocido”
Un punto de tensión para dirigir el deseo. El éxtasis atraviesa día a día la dimensión y coordenadas de un cubo negro, objeto de fetiche masivo. Kaaba de Iván Enquin refiere al placer, a la fuerza del deseo, a la pulsión de la energía vital y creativa; los rituales que atraviesan directa e indirectamente a la sexualidad.
Enquin posiciona otro cubo negro en el mapa, éste trabaja en el campo del fetiche sexual y las prácticas del placer, utiliza su alteridad como medio para desplazar el misterio y la intimidad de un universo cultural hacia otro. De la burka al látex, la geometría opera en esa transposición como la herramienta que materializa universalmente, la conexión con Dios.



La Kaaba es una construcción cuya forma es la de un prisma rectangular que está dentro de la mezquita Masjid al-Haram en La Meca (Arabia Saudita). Es la «casa de Dios», donde lo divino toca lo terrenal, y hacia ella orientan su rezo los musulmanes de todo el mundo ubicando el oriente.
Según la tradición fue construida por Abraham, sin embargo no hay evidencia científica de que haya existido antes del siglo IV.

En una de sus esquinas contiene la Piedra Negra. Según la tradición islámica, un aerolito que el ángel Gabriel (Yibril) entregó a Abraham (Ibrahim). Se dice que «descendió a la tierra más blanco que la leche, pero los pecados de los hijos de Adán lo volvieron negro». Abraham y su hijo Ismael (Ismail) la colocaron en la esquina oriental cuando terminaron de construir la nueva Kaaba. Los peregrinos que accedan a ella deberán besarla con unción, pero nunca con adoración.


Mahoma la besó y dijo: «No me olvido que eres una piedra y no puedes hacerme ni bien ni mal». Está rodeada por un anillo de plata en forma de vagina.
OTROS ANTECEDENTES
Desde el despojo y la síntesis que propone esta obra, existe una relación considerable con las premisas del reduccionismo, el suprematismo y el constructivismo de principio de siglo XX, a su vez su aspecto efímero y lúdico remiten al movimiento de Fluxus, pero no podemos dejar de lado que el componente más importante de la obra es el gesto conceptual y sobre todo controversial de desacralización y profanación. Formal y compositivamente es muy fácil pensar en Cuadrado Negro de Malevich, pero también en su aspecto conceptual o incluso espiritual existe una relación interesante con la Kaaba y a su vez con la instalación de Iván Enquin, si pensamos en la abstracción y en la provocación que ambas obras implican.

«Las claves del Suprematismo me están llevando a descubrir cosas fuera del conocimiento. Mis nuevos cuadros no sólo pertenecen al mundo»
(Malévich )
«Cuadrado negro no sólo retó a un público que había perdido interés por las innovaciones artísticas, sino que hablaba como una forma nueva de búsqueda de Dios, el símbolo de una nueva religión» (Sarabiánov).
Al crear Cuadrado Negro, Malevich declaró que esta obra era la cara de un nuevo tipo de arte, el primer paso de la creación pura, alegando un importante caracter de trascendentalismo espiritual e incluso místico a su obra.
Malevich consideraba sus formas geométricas minimalistas como una forma de pintura que aspira a presentar lo divino como una realidad pura o no mediada. Esta idea es corroborada por un comentario del diario del amigo del artista, Varvara Stepanova, que data de 1919: «Si miramos el cuadrado sin fe mística, como si fuera un hecho terrenal real, entonces, ¿qué es?» .
La propuesta formal del cuadrado o cubo negro en cualquiera de los tres casos, está dotada de una enorme tensión que provoca la inquietud y el misterio propios de un símbolo que es al mismo tiempo arcaico y atemporal: la sublime e indecifrable idea de vacío.
PROCESO DE OBRA
Con Kaaba, Iván Enquin propone un sistema de relaciones que se sustenta en la operación del desplazamiento simbólico, y éste se transfiere a la búsqueda de conexión trascendental a través de lo matérico y objetual.
El fetiche, en forma de amuleto sexual, religioso o ideológico, evoca un poder que los objetos guardan en potencial, y que proviene de una segunda naturaleza: la artificialidad.
Continuando la línea de sus trabajos anteriores, compone con elementos que signan en lo extremo, buscando la tensión y lo oculto como materiales de su obra.




EJES
DE LA BURKA AL LÁTEX
– El eje persiste en la negación o fragmentación de la imagen
– Trasponer, trasvestir, seducir al símbolo
– Puntos de contacto entre los opuestos. El encuentro oportuno requiere de un equilibrio muy especial para darse.
– El trabajo es sobre las relaciones que se generan entre los símbolos, el plano material pasa a ser una segunda naturaleza, el aspecto productivo se somete ante la operativa de la seducción, o de la producción de vacíos que contienen una densidad gravitatoria condensada.
– La relación entre la fuente y el resultado es tensa porque las superficies de contacto están muy cerca de sus distancias máximas.
– Esta operación denota una aplicación intuitiva de la matemática en el campo simbólico y en todo caso, el verdadero trabajo compositivo pasa por este plano.
– La obra engloba distintos significados del fetiche, dispuestos sólidamente en unidad.
